Comentario
Siempre hemos defendido que el Puente sobre el Guadiana fue el genitor urbis, el hacedor de la ciudad, el pasaje de todas las calzadas que confluían en ella. Efectivamente, la fábrica se construyó al aprovecharse la existencia de una isleta que facilitaba el establecimiento de sus estribos y sobre una amplia plataforma diorítica. Fue él, además, el que determinó el esquema urbano de la colonia, ya que su prolongación, bien evidente, aunque algunos no lo han sabido entender, constituyó una de las arterias principales de la urbe, el decumanus maximus, cuyo trazado se identifica con el de las actuales calles del Puente, Cava y Santa Eulalia. Por él pasó toda la historia de España y los documentos conservados en el Archivo Histórico Municipal no pecan de exageración cuando afirman que "la Puente es la más pasajera que ay en estos reinos".
Por los caracteres de su arquitectura, muy en relación con ejemplos itálicos, lo que nos indica que sus constructores estaban bien familiarizados con aquellas maestranzas, es plenamente augusteo. La obra fue realizada de una sola vez y no en tres períodos cronológicos como se ha pensado por la distinta estructura de sus tramos, cuyas diferencias no obedecen a otra cosa que a restauraciones y a razones topográficas muy claras.
El aspecto primitivo de la fábrica era muy diferente al actual. Básicamente comprendía dos tramos arqueados: el primero de ellos desde la ciudad al primer descendedero y el segundo desde la pila-estribo al final de la obra. Entre los arcos, siempre actuales, 10 y 16 existía un macizo que mantenía el nivel de la calzada.
Este malecón estaba protegido por un poderoso tajamar, gran aleta de encauzamiento del río, que se oponía a la corriente 150 metros aguas arriba del Puente, en forma de proa o punta de diamante como la definen los autores antiguos. Con ello se evitaba que la fuerza de la corriente se dirigiera contra la zona central de la fábrica y la destruyera. Además, por lo que pensamos, se soslayaba con ello la construcción de un tramo arqueado en una parte que ofrecía una débil cimentación, lo que hubiera constituido fácil presa para la corriente. El Puente, por tanto, no fue uno, sino doble, como en el caso conocido del Fabricius y del Cestius en la Isla Tiberina.
Tras la infausta noche del 20 de diciembre de 1603, durante la que se originó una formidable avenida que dio al traste con la obra del tajamar, ya seriamente dañada, se consideró mucho más rentable construir cinco nuevos arcos en el lugar ocupado por la vetusta construcción. Desde entonces, como afirma el historiador local Bernabé Moreno de Vargas, "las puentes quedaron hechas una" y la fábrica, con la refección llevada a cabo en el último tercio de la pasada centuria, adoptó su aspecto actual. Otras restauraciones se efectuaron en época visigoda, y en los siglos IX, XIII, XIV, XV, y XVI.